Desde hace ya algún tiempo atrás empecé a buscar lecturas que profundizaran en la búsqueda y conciencia del sí mismo y el ser, y obras como El hombre y sus símbolos de C.Jung abrieron una brecha y una nueva vía por la que comenzar a reconocer en las formas conscientes e inconscientes de mi existencia un lenguaje simbólico que habla constantemente del crecimiento personal y un mundo propio y único que, a su vez, maneja y entiende otro global en el que entramos a formar parte cada uno de nosotros, ahora. Compartimos un lenguaje arquetípico con el que podemos crear imágenes poderosas que pueden ser comprendidas por todos, y esta última portada que publico hoy tiene mucho que ver con todo esto. Demian resultó ser una lectura "accidental". El paso por una estación de tren el verano pasado me llevó a un pequeño puesto de libros, y de forma curiosa, casi dictada, mis manos llegaron hasta un elemplar de éstos. Demian. Desde el primer instante sentí una potente atracción por perderme entre sus páginas y en su totalidad econtré una simbiosis perfecta entre el mundo que estaba "reconociendo" que guardaba dentro silencioso y deseaba despertar, "romper el cascarón" para que naciera un nuevo entendimiento, comprensión y responsabilidad para conmigo misma y mi trabajo, y la historia que narraba, casi como un guía que me llevaba por cada una de las interrogantes impacientes que en aquél momento fueron encontrando respuestas paralelas entre los ensayos y una diminuta novela que desgarró mi visión del mundo. La guardo un especial cariño y por ello no podía dejar pasar la ocasión de trabajar en una portada que procurase guardar su esencia.